lunes, 25 de octubre de 2010

La importancia de las redes.

Vivimos inmersos en un modelo de Estado paternalista. Y una de las características más significativas de este modelo es el “Familiarismo extremo con carácter estructurante”. Esto significa que el Estado cuida de sus ciudadanos como una gallina de sus pollitos: agrupándolos bajos sus alas protectoras, y tendiendo en gran medida a una protección que ralentiza de sobremanera el desarrollo autónomo de las personas.
Por otro lado, en nuestro país se da un esquema relacional muy familiarista: es decir, las relaciones se estructuran en torno a un eje familiar muy definido, y que cumple determinadas funciones. Esto tiene consecuencias positivas (fuertes lazos de solidaridad) y negativas (la carga familiar recae sobre la mujer).

El Estado Español protege a los españoles, en gran medida, usando esas redes familiares ya existentes. Esto no es ni bueno ni malo. Es una característica de nuestro modelo de Estado de Bienestar. Dicho modelo podría ser otro, pero no lo es. Por tanto, debemos entender la importancia que tiene la familia (es decir, la red de integración social por excelencia) en la inserción social de los individuos.
De ahí que yo defienda el hecho de que crear una red relacional, no sólo familiar, sino también laboral o de amistades, es la principal vía de escape de la exclusión. Por supuesto, existen muchos otros aspectos que deben ser tratados, pero creo que deberíamos prestar especial atención a las redes. Y no subestimar la importancia que poseen en un país que estructura la protección ciudadana en torno a dichas redes sociales.

jueves, 14 de octubre de 2010

El porqué de la semilla...

Las personas son como las semillas. Me crié en el campo, y una de las primeras cosas que aprendí es la magia de las semillas. ¿Cómo una cosa tan pequeña e insignificante puede transformarse en un árbol? Los árboles parecen demasiado grandes y transcendentes como para haber brotado de una simple semilla. Y sin embargo, es así. De lo más minúsculo puede salir algo grandioso. Y eso puede aplicarse a las personas. Si se siembran en tierra fértil, se las riega con el agua adecuada y se abonan... Cambian. Al igual que las semillas saben cómo llegar a ser árboles, las personas guardan en lo profundo de sí la llave de su potencial. A veces se olvidan de esa llave, o la entierran bajo un montón de desesperanzas y sinsabores. Pero la llave sigue ahí. Como la semilla. Una semilla puede transformarse en un enorme árbol que de frutos, y cobijo a los pájaros, y más semillas... o simplemente puede permanecer vacía, redonda e inútil en el fondo de una caja oscura. Depende de cómo se la trate.
Una de las pocas convicciones profesionales que tengo fuertemente arraigada es ésa: la aprendí desde pequeño, mientras miraba los árboles en las tardes de verano. Las personas son como las semillas. Nuestro deber como profesionales es regarlas, abonarlas y encargarnos de que la tierra a su alrededor esté lo más fresca posible. Pero la llave del verdadero cambio la guarda la propia persona. Y con esa llave (inalcanzable para todos menos para uno mismo) se puede conseguir que una simple semilla se transforme en el árbol más hermoso del mundo.